sábado, 12 de junio de 2010



SITUACIÓN DEL ÁRBOL

Debe cultivarse en el exterior a pleno sol durante todo el año, pero evitando las exposiciones prolongadas durante la época más calurosa y especialmente después del trasplante, etapa durante la cual deberá situarse en un lugar muy bien iluminado pero sin sol directo para que pueda mantener las raíces con la tierra fresca.
La situación a pleno sol, además de garantizar su correcto cultivo y supervivencia, nos ayudará reducir el tamaño de sus hojas en combinación de la técnica del defoliado y el control de los nutrientes en el abono.
En invierno debe protegerse del frío intenso y de las heladas fuertes, a pesar de lo cual necesita pasar el frío invernal para sentir el paso de las estaciones, es decir, tiene que perder las hojas durante el invierno para que crezca sano y la primavera le provoque el despertar de las yemas en reposo. Un invernadero frío en el exterior podría ser una buena solución para las zonas de inviernos más duros, procurando volverlo a situar en el exterior lo antes posible.


RIEGO Y ABONO:


Los riegos deben ser a fondo hasta que salga agua por los agujeros de drenaje y cuando la superficie de la tierra comienza a secarse, evitando tanto el encharcamiento permanente de la tierra, ya que es muy sensible a la podredumbre de las raíces.
Aunque aguanta bien el calor, en el caso de que se marchite por falta de agua, podemos recuperarlo si actuamos rápidamente y lo regamos por inmersión en un cubo hasta que se empape bien toda la tierra, aunque debemos evitar a toda costa descuidar el riego y llegar a esta situación.
Abonar con frecuencia con un abono orgánico de calidad, especialmente durante la época de crecimiento vigoroso (primavera) y otoño.

Si el agua de riego es muy pobre en restos de cal, podemos añadir un poquito de carbonato cálcico en el agua riego, ya que a las higueras prefieren los suelos calcáreos.

Podemos ayudar a reducir el tamaño de las hojas, además de con una buena exposición exterior a pleno sol y el defoliado de sus hojas, con el suministro de abonos más ricos en fósforo (P) y potasio (K) que en nitrógeno (N) para no fomentar el desarrollo de sus hojas.

No debemos olvidar que no podemos abonar un árbol trasplantado, hay que esperar a que brote, regar un árbol cultivado en el exterior después de una helada o cuando haya riesgo de heladas.

TRASPLANTE:

Cada 2 o 3 años, al comienzo de la primavera, antes del engrosamiento de las yemas. En los ejemplares más jóvenes puede aumentarse la periodicidad.

Durante el trasplante conviene sanear bien cualquier parte de raíces podridas y podar la ramas no deseadas para reducir su copa. No es obligatorio, pero si utilizamos hormonas de enraizamiento con fungicida, facilitamos el éxito del trasplante.
Una buena mezcla de sustrato para la higuera podría ser un 35% de arena gruesa o material equivalente (tierra volcánica, etc.) y 65% de mantillo.
No hay que olvidar que la tierra deber ser siempre nueva y limpia y nunca debemos reutilizar tierra de otros cultivos para evitar contaminaciones (hongos, enfermedades, plagas, etc.) que pudieran afectar a otros árboles.
Es conveniente proteger el árbol después del trasplante durante un par de meses, situándolo en un lugar muy bien iluminado pero evitando la exposición directa al sol.

PODA:

La época más adecuada es al comienzo de la primavera cuando las yemas de los nuevos brotes están muy marcadas y aún no se han abierto. En cualquier caso, nunca se deben podar ramas gruesas durante el invierno o al final del otoño porque la higuera tiene tendencia a retirar savia, especialmente de dichas ramas, y podríamos perder parte de la copa afectada por la poda.
También hay que tener en cuenta que tarda en cicatrizar las heridas y además lo hace mal, es decir, se pueden producir abultamientos en forma de callo, por lo que es conveniente podar en dos fases:



Podar por encima de la rama que queremos dejar en el árbol, dejando un trozo (muñón) de unos 2 cm., aplicando pasta selladora.

Cuando la herida se haya curado y secado parte del trozo que habíamos dejado tras la poda, en un par de meses o tres, eliminar el muñón con una tenaza cóncava a ras del tronco y volver a sellar con pasta.

Aún así, es posible que la herida nunca termine de cubrirse totalmente con nueva corteza.

Dejaremos crecer las ramas durante todo el período vegetativo y acortaremos los brotes del año hasta 2 o 3 hojas durante el final del verano, así conseguiremos que las ramas y hojas maduren los suficiente y produzcan nuevas yemas e incluso higos. No obstante, si la distancia entre las hojas fuera muy grande, deberíamos pinzar antes, sin esperar al final del verano para no aumentar demasiado la distancia entre las yemas y, por tanto, entre la nueva ramificación.
Como las hojas son alternas, tendremos en cuenta la dirección que tenga la yema que nace de la primera hoja de la rama tras la poda, de tal forma que siempre podaremos por encima de una hoja que tenga una yema hacia el exterior de la copa.

En general, debemos quitar todos los brotes de la base del tronco, las ramas que se cruzan, las ramas opuestas, las ramas que crecen muy verticales o que lo hacen hacia el interior del tronco.

Hay que podar las raíces durante el trasplante pero sin cortar demasiadas raíces finas para permitir que pueda recuperarlas durante el invierno. También hay que aprovechar a podar las ramas no deseadas.

Entre la poda de ramas y el trasplante (o viceversa) debería existir un intervalo mínimo de tiempo para no acumular demasiadas operaciones agresivas a la vez, por ejemplo, 3 semanas.
Como ya hemos dicho, uno de los principales inconvenientes al cultivar la higuera como bonsái es el tamaño de sus hojas, demasiado grandes y, aunque con el tiempo tiende a reducir el tamaño de las mismas de forma natural, en algunas ocasiones hay que recurrir al defoliado de las hojas de mayor tamaño.
El defoliado deberá realizarse cortando las hojas por el pecíolo y eliminando las yemas terminales para forzar la brotación de las hojas defoliadas, de lo contrario sólo conseguiremos que vuelva a brotar por el ápice de la rama y alargar demasiado las ramas, perdiendo la posibilidad de ramificación entre el tronco el y el extremo de la rama. Hay que colocar el árbol a pleno sol para estimular la brotación.

El estilo que mejor se adapta a la higuera es el estilo escoba (hokidachi) o el de tronco múltiple.
Por último, recordar que la poda, el pinzado o la defoliación sólo se deben realizar si el árbol está sano.

Alambrado:

La colocación de ramas mediante el alambrado puede realizarse entre el final del invierno y el principio de la primavera, justo antes de que hayan brotado las hojas y con cuidado de no dañar la corteza. Es recomendable no regar el día anterior al alambrado.

Hay que vigilar las marcas del alambre en la corteza debido a la rapidez con la que engordan y crecen las ramas.
No obstante, debido a la delicadeza de su corteza y a la fragilidad de sus ramas, es preferible utilizar como técnica de modelado la poda.
Un árbol con aspecto de "madeja de alambre", por el exceso de éste, pierde todo el aspecto de vivo y no es un mejor ejemplar como bonsái. Por favor, alambra lo justo y sólo cuando otras técnicas de modelado no puedan utilizarse o no hayan conseguido los efectos deseados.

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